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Estados Unidos está apuntando con más dureza a las instituciones financieras de China y las criptomonedas podrían tomar un papel más importante dentro de su economía.
En un esfuerzo por acabar con una fuente clave de apoyo a la producción militar de Rusia, los legisladores de Washington están elaborando activamente una ronda de sanciones contra dichos bancos. Su objetivo es aislar por completo a estos prestamistas del sistema financiero mundial.
Aunque se trata de una medida más enérgica que las anteriores, se teme que el creciente comercio entre Pekín y Moscú esté ayudando a Rusia a reconstruir su maquinaria bélica. Aunque no se intercambian armas, China se ha convertido en el principal proveedor de componentes industriales esenciales, desde circuitos a piezas de aviones.
¿Recurrirá China a las criptomonedas si EE.UU. impone sanciones?
Anteriormente, la amenaza de sanciones secundarias estadounidenses ya había provocado un retroceso en los tratos financieros chino-rusos, incluyendo la restricción de las transacciones de pago en yuanes. Pero aunque esto ha añadido dificultades para facilitar el comercio, no ha impedido que ambas economías estrechen sus lazos.
Las nuevas sanciones podrían llegar al extremo de impedir el acceso de China al dólar estadounidense, la moneda clave utilizada en el comercio mundial, empujando a China a usar criptomonedas. De este modo, Pekín quedaría excluida de los mercados occidentales, una amenaza que las autoridades estadounidenses esperan que induzca a China a cambiar de actitud.
Históricamente, los países aislados de la red financiera mundial han recurrido a las criptomonedas como solución. Por ejemplo, la empresa petrolera estatal venezolana, PDVSA, ha pasado a utilizar Tether (USDT) para eludir las renovadas sanciones estadounidenses. Esta medida pretende proteger sus ingresos petroleros de las restricciones bancarias internacionales.
Y para una economía atormentada por la deuda y que lucha por recuperarse, eso no haría sino agravar los problemas. Pero también implica riesgos para Washington, ya que podría acelerar los esfuerzos de desdolarización.
“China no puede tener las dos cosas”, declaró la semana pasada el Secretario de Estado, Anthony Blinken. “No puede pretender tener relaciones amistosas positivas con países de Europa y, al mismo tiempo, estar alimentando la mayor amenaza para la seguridad europea desde el final de la Guerra Fría”.
Pekín respondió a la noticia calificando de “hipócrita” el planteamiento de EEUU:
“El derecho de China a mantener intercambios económicos y comerciales normales con otros países, incluida Rusia, es inviolable”, respondió Wang Webin, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, a la amenaza de sanciones en una rueda de prensa celebrada el martes.
Del mismo modo, Rusia ha aprovechado las criptomonedas para eludir las sanciones occidentales. Al parecer, las empresas rusas están utilizando USDT de Tether para adquirir componentes vitales para hardware militar. Esta estrategia facilita las transacciones que los sistemas financieros convencionales rastrean con menos facilidad.
Antony Blinken llega a China con una advertencia para Pekín
Antony Blinken ha aterrizado en China en medio de un agravamiento de las desavenencias entre los dos países más poderosos del mundo que amenaza con ensombrecer unas relaciones que, por lo demás, están mejorando.
El secretario de Estado estadounidense llega con la advertencia de que Estados Unidos y sus aliados europeos ya no están dispuestos a tolerar la venta por parte de China de componentes de armamento y productos de doble uso a Rusia.
“Éste será un tema clave de discusión mientras estemos en Pekín”, declaró el funcionario, según informó el Wall Street Journal.
En su visita de tres días, Blinken se detendrá primero en Shanghai, de camino a Pekín, para hablar con estudiantes y asistir a un partido de baloncesto, el tipo de diplomacia popular que habría sido impensable hace un año, cuando las relaciones bilaterales eran tensas, sobre todo a causa de Taiwán.
Sin embargo, cuando Blinken llegue a Pekín para una reunión con su homólogo Wang Yi el viernes, que se espera dure seis horas, y muy probablemente también con Xi, el ambiente podría enfriarse.